Una mesa.
Una silla.
Están suspendidas en la pared
cortadas ingrávidas
perdieron el sentido de lo sólido.
El hombre mira hacia el frente
está dibujado hacia el futuro
pero es un plano
casi una silueta sin piernas
sobre la mesa
las piernas están más allá
libres de los confines de la pared
vagan por el camino correcto.
El torso del niño ocupa la silla
quizás más saltarina
el perro camina sobre el piso
adelante
con el olfato aguzado del tiempo
llevando la soga que los
une a todos
por el cuello.
La mujer no flota
la mesa en sus cuatro patas
copula sobre el piso
el torso de la mujer copula con la mesa
sus piernas
copulan con
otras piernas
a la vista descarnada
de sus ojos.
Sin embargo
todos gozan
y las patas de la mesa se retuercen
hacia arriba.
Ella piensa
las piernas se han salido de mis límites
y nada de lo que hacen puede ser
incorrecto
han perdido el bien y el mal.
Ella sonríe y su pelo flota en el
aire como en una propaganda de sedal.
El barniz marino
se vende ahora
como esmalte de uñas.
Un cuadro de Dalí con alto contenido erótico. Playboy metió la cola...