No gritarse a uno mismo
aunque sea en voz bajita
de pensamientos bajitos
y razones chiquititas.
No gritarse a uno mismo
cuando viene la locomotora
con el farol grande
los pensamientos aparecen
como puntitos de luz
y se dispersan entre los metales.
No gritarse a uno mismo
porque la locomotora pasó
y nos posamos en los durmientes
la madera no se mueve
el metal de las vías se acomoda
viene la siesta
y todo parece indiferente.
No gritarse a uno mismo
es como perdonar
la desgracia de tener cuerpo
y correr delante de la luz
asustados por el ruido
atormentados por el movimiento
aplastados por las esferas
chamuscados por el fuego
y confundidos por el vapor.
Por eso en el andén
el inspector dice: vaaaaaaaaaaamonos
bienvenidos al tren infinito
expreso a uno mismo
sin paradas intermedias
aquellos que no tengan ticket
pueden quedarse
pero sepan que nunca más van a volver.
Asumo el riesgo, cómo negarme a semejante travesía.