Uno suele vivir en contra del destino.
El destino es como un cauce de aguas turbulentas y tranquilas
en las que
estando inmersos
las cosas se logran casi sin esfuerzo.
Pero uno suele vivir en contra del destino
hasta que una lluvia fuerte lo derriba
lo arrastra
lo lleva
y lo deposita en el centro mismo de su ser
que es lo mismo que el destino.
El centro de tu ser es tu ombligo, jajajaja.