2008/12/04
El pi del carozo I


I


Me preocupaba porque se había perdido el pi del carozo, no es que fuera a buscarlo pero estaba perdido y yo entonces me sentaba a escribir en el hotel. Ese hotel me gustaba más que el de ella porque tenía un ascensor de madera que era una reliquia egipcia y que además, sin lugar a dudas, no funcionaba.
La escalera que subía en espiral alrededor del agujero no tenía la malla de alambre que impide que uno meta los dedos las manos y el cuerpo cuando pasa el ascensor, claro, el asunto es que nunca pasaba. Se la sacamos porque queda más romántico, había dicho el dueño, no había dudas de que quedaba mucho más romántico, por eso me gustaba. Además tenía una especie de jardín o patio delantero con unas mesitas de hierro y mármol que servían para sentarse al fresco.
En general no había nadie, se puede decir que era mi casa y también la casa de ella.

Salíamos por ahí a caminar, no se sabía si era de mañana o de noche, ¿por qué saberlo? Había árboles con hojas anchas que tapaban las luces de neón o el sol, era indistinto. Hasta que llegábamos a Lope de Vega y estaba lleno de negocios desconocidos con esterillas y cosas, muchas cosas colgando, se pensaba que eran chinos salidos de la película de Blade Runner, pero yo pisé uno, pisé algo y el tipo estaba atrás mio, me sonrió un poco vacilante, no sé lo que había pisado. Vamos, me dijo ella.

¿Quién es ella?

Es la única que puede sentirse celosa de ella misma y hacer esa pregunta, después, mucho tiempo después, leyendo estas líneas.

Lo que importa es que el tipo no era chino, era un argentino con la barba finita, larga y un gorrito cuadrado con chucherías brillantes, le faltaban los anteojos redondos y los dientes estilo conejo. A ella no la vi, no la vi pero estaba y me dijo: no vas a salir desnudo al balcón o a la calle, te van a echar del hotel. Pero hace calor. Está bien, me puse un pantalón corto y salí a apoyar los brazos en la baranda, siempre es de noche por acá, ya lo había dicho.

Es igual que el sueño donde estoy en el jardín de la esposa de mi papá y debo estar buscando el pi del carozo, recuerdan que dije que no lo iba a buscar, pero uno a veces sucumbe a la tentación. La esposa de mi papá colecciona insectos, no es que los atrape, ellos andan por ahí en el pasto verde, verde ancho y profundo. Algo se movía y parecía una araña de madera, hermosa, marrón con líneas blancas, pero tan grande que daba miedo, mejor me voy porque eso que busco no está acá.

Ella también coleccionaba cosas, no recuerdo qué. ¿Pero quién es ella? Baste saber que no es la esposa de mi papá. Aunque parece que dormíamos en la misma cama, yo vi el olor a sábanas revueltas y una silla desajustada entre el balcón y la mesita de luz. Hay una cortina de otra ventana, una cortina casi transparente que tapa la silla. Ya sé lo que ella colecciona: cortinas blancas, vaporosas, cálidas o pesadas, frías cortinas. No es que tenga valijas y valijas de cortinas esperando ser puestas, sino que aparecen donde ella esté, aparecen y se hacen notar, por eso sé que aunque no la vea, está allí.





 
posted by Unknown at 10:48 | Permanganatos |


4 Corotos:


At 12/04/2008 1:17 p.m., Blogger Amorexia.

La vena literaria te viene bien mi amigo, sin uda uno se expresa bien en diferentes manifestaciones.

Saludos a deshora.

 

At 12/04/2008 1:37 p.m., Blogger natalia

-quién es ella?
la que se colecciona junto a las cosas,

 

At 12/05/2008 10:35 p.m., Blogger Don Mario

Suena bastante bien, pero, ¿por qué no entiendo nada?